- …perder la esperanza de ganarte algún día el Melate es cruel,
- ya que ahora forma parte de las otras esperanzas que sabes bien que nunca se cumplirán, como ganar el mundial o tener un presidente honesto…
PAGAR 3.52 pesos por un SMS en el que esperas recibir la noticia de que ganaste algunas decenas de millones, junto con los 30 «invertidos» en el boleto, es un ritual semanal de muchos mexicanos.
Y es que la esperanza de ganar dinero sin hacer nada (o muy poco) es un común denominador en muchos pueblos, como España y Estados Unidos, donde participar en este tipo de sorteos es toda una tradición, incluso más arraigada que en México.
A pesar de ser relativamente reciente (data de mediados de los 80), el Melate es uno de los sorteos más populares en el País y solía ser uno de los más confiables… hasta hace unos días, cuando la maldita realidad se comió una de las últimas esperanzas de muchas personas.
Sólo ocho segundos de video fueron necesarios para que unos cuantos se embolsaran más de 100 millones de pesos y confirmaran esas «sospechas» que tenemos los mexicanos de que en todo hay «chanchuyo».
El fraude en el Melate mostró que con el dinero fácil se puede hacer dinero todavía más fácil y genera cuestionamientos como el de que si será la primera vez que se comete un delito así, además de la sospecha de que esas dudas jamás serán respondidas.
Con este tipo de noticias ya no nos sorprende que haya partidos que compren votos y mexicanos que los venden o que los maestros compren plazas en vez de ganárseas o que un zeta le cobre a un comerciante una cuota para dejarlo abrir su negocio o que la música pirata sea más comercializada en México que la legal.
Asimismo, perder la esperanza de ganarte algún día el Melate es cruel, ya que ahora forma parte de las otras esperanzas que sabes bien que nunca se cumplirán, como ganar el mundial o tener un presidente honesto.
Ahora va a resultar que la manera más fácil de hacer dinero será también la más difícil: ponerse a trabajar.

@carlostomasini
Yo por eso no juego al melate 😉
Oye, qué gusto leerte, aquí.
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