Cuando entrevisté a González Iñárritu

...esta foto se la tomé a iñárritu ese día en la cabina de reforma.com...
…esta foto se la tomé a iñárritu ese día en la cabina de reforma.com…

Hoy escucho en la radio matutina a Martín Hernández y Charo Fernández tal y como pasaba por allá de finales de los 80, lo que me hace pensar todos los días en que falta Alejandro González Iñárritu, que era la tercera voz y la cabeza de la vieja WFM.

Hoy, Iñárritu es todo un director de cine exitoso que asiste a la entrega del Oscar y está muy lejos de ser aquél personaje que conocí en junio del 2000 que fue a un chat al periódico REFORMA, cuando yo empezaba en esos lares y cuando el internet estaba en sus pininos.

Ese día, sin cita previa, le solicité que me diera una entrevista al final del chat («chance es chicle y pega», pensé), a lo que accedió sin problema alguno y platiqué con él durante una hora.

Esto salió en el suplemento Universitarios de REFORMA, editado por Lourdes López, mi primera jefa en ese lugar en el que trabajé 10 años, el 16 de julio de 2000 y es, técnicamente, la primera entrevista que publiqué firmada.

El otro día la recordé, y ahora se las comparto.

Un director muy ‘perrón’
Alejandro González Iñáritu, director de ‘Amores Perros’, ha incursionado en la radio, la televisión, la publicidad y el cine con excelentes resultados
Carlos Tomasini
Qué tienen en común la voz en off del comercial de «Bacardí Limón», la publicidad de «Bital», los promocionales de la estación de radio WFM que causaron furor a mediados de los 80 y la película «Amores Perros»? Tres palabras: Alejandro González Iñárritu.

Se autodefine como un «músico frustrado» y ecléctico en sus gustos, es casado y con su primera película ganó el premio de la crítica del Festival de Cannes. Radio y Cine Todo empezó en 1985 cuando Alejandro tenía 22 años y, aunque era tartamudo, asistió a un casting para la naciente WFM donde entró como locutor y rápidamente alcanzó la fama.

«Irresponsablemente entré sin saber nada de radio, sólo agarré un micrófono y dije estupideces», recuerda, «en 1987 llegué a ser director de la estación, el trabajo me absorbió y dejé la universidad en séptimo semestre».

En 1989 fue promotor del concierto de Rod Stewart en el estadio Corregidora de Querétaro, el cual terminó con un veto de más de 10 años y lo califica como una experiencia increíble pero aterradora.

«También dirigí un programa de televisión llamado ‘Magia Digital’, de videos», agrega, «me dediqué a la radio durante cinco años hasta que, en 1990, me aburrí porque ya había hecho y dicho todo.

«Ese año, me invitaron a crear la imagen de canal 5 y se convirtió en la de todos los canales de Televisa», fue cuando montaron la productora Zeta Films en 1991.

«La primera vez que entré a un foro ya era director, afortunadamente fue otra irresponsabilidad, pero resultó un aprendizaje riquísimo, con mucha libertad, donde pude experimentar, tener errores y aciertos».

En 1994, su agencia ganó clientes como Bital, Bacardí, Volkswagen y Bancomext, y hoy, junto con Raúl Olvera y Martín Hernández, forman Grupo Zeta, con Zeta Publicidad, Zeta Audio y Zeta Films. En 1994 estudió dirección de teatro y en 1995 realizó «Detrás del Dinero», una propuesta de serie de televisión producida en cine, donde participó Miguel Bosé pero que resultó muy costosa para ese momento.

«En 1997 conocí a Guillermo Arriaga (guionista de «Amores Perros»), tuvimos necesidad de hacer una película y nos montamos en esta aventura de ‘Amores Perros’. Ahora estoy trabajando en dos guiones viendo ofertas, pero quiero tomarlo con calma. Mi mayor proyecto es reajustar mi vida, descansar y reestructurarme por dentro, seguir en el cine y la publicidad».

Espíritu aventurero y la universidad
Alejandro tuvo su propia banda de rock, a los 17 años trabajó como lavacubiertas en un barco y, dos años después, se fue a Europa donde durmió en la calle, comió sin pagar y cultivó uvas.

«Desde niño soy muy inquieto. Siempre me sentí especial, que no era normal. Las cosas que pensaba, sentía, alucinaba o imaginaba eran un poco raras», reconoce.

«Fui mal estudiante, estuve en muchos colegios y siempre salí por problemas con la autoridad», recuerda, «hasta que decidí estudiar Comunicación en la Iberoamericana, en el subsistema de cine.

«Comunicación es una carrera que se trae, hay una intuición y una parte que naces con ella», comenta, «tuve un par de muy buenos maestros, fueron pocos, me tocó mala suerte.

«Yo le recomiendo a los chavos que trabajen simultáneamente en la universidad porque es cuando verdaderamente tocas la realidad», asegura, «en la universidad uno aprende más de los compañeros que de los maestros, de las ideas que se generan en los mundos inquietos que existen ahí, hoy trabajo con los grandes amigos de la universidad.

«En sexto semestre hicimos un cortometraje que dirigió Pelayo Gutiérrez, hoy mi productor ejecutivo, yo era asistente de producción y Martín Hernández fue sonidista, éramos un equipo desde entonces», platica.

«Evidentemente es importante estudiar», señala, «lo que debe hacer un buen maestro es estimular, provocar, generar preguntas, no dar respuestas.

Lo más importante de la universidad es escoger buenos maestros, abrirte y escuchar a todos los que tienes en tu alrededor».

El éxito y el vómito
«Soy muy suertudo pero la suerte hay que generarla, estar preparado para cuando llegue y arriesgarte, fallar es más digno que no intentarlo», señala, «soy más testarudo que talentoso, perfeccionista, obsesivo por trabajar, me gusta abrir la boca, estar en todo, provocar, hacer sentir, soy muy intenso y complejo.

«El éxito, como decía mi padre, es un veneno que sabe muy rico, entonces nada más saboréalo, haz un buche y escúpelo», comenta, «es una experiencia íntima, hacer lo que quieres, tener gran relación en la familia, ser buena persona, que te vaya bien en el trabajo no necesariamente es ser exitoso.

«Si no tengo posibilidad de fallar en un proyecto, no me interesa, lo seguro es aburrido», asegura, «mi forma de vivir ha estado en los límites, me gusta hacer cosas de forma distinta y no caer en la cotidianidad, al mismo tiempo soy conservador, soy contradictorio pero en lo emocional, me gusta romper reglas.

«Ahora los chavos maduran rápido, pero hay algo de estoicismo, temen sentir, son escépticos porque quizá hay una descomposición social que afecta su visión», señala, «cayeron en un nihilismo, todo es estar ‘cool’ y el que siente es melodramático, medio mariquita. Yo los invitaría a abrirse a las emociones y ojalá que se avive otra vez, sin miedo a quemarse, esa pinche llama que como adolescente tienes.

«Todos somos creativos, pero hay mucho miedo, hay que rebasarnos a nosotros mismos y a lo establecido», explica, «más que un afán de ser reconocido, es la necesidad de hacerlo.

«Es como un vómito, si tienes ganas de vomitar, puedes estar en la casa del Príncipe de Asturias y vale madres, vomitas. La gente que tiene que decir algo, lo va a decir.

«A los que empiezan les diría que hagan cosas, que no se achiquen, que no cuiden su metro cuadrado, que no les importe la opinión de los demás, que arriesguen, que tengan mucha autoestima, amor propio y que sepan que lo que tienen que decir es único, que lo lleven a cabo sin miedo de fallar».

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