Nota publicada originalmente
en Milenio.
DENTRO DE SEAWORLD ORLANDO, pero afuera del área en donde diariamente asisten miles de visitantes a este famoso acuario, se encuentra un lugar especial en el que un grupo de veterinarios trabaja para mantener saludables a los animales que viven ahí o que son rescatados de su hábitat natural para atenderles después de algún accidente o durante una enfermedad.
Hay estanques para los delfines, incubadoras para los pingüinos y otras aves que lo necesiten, además de áreas exclusivas para manatíes. No es un lugar secreto, es más bien un sitio alejado al que no se puede acceder solamente con el boleto de entrada.
Pedro Ramos-Navarrete pasa aquí, “tras bambalinas”, la mayor parte del día. De familia cubana y nacido en Puerto Rico, él trabaja en SeaWorld Orlando desde hace 27 años y actualmente es supervisor de mamíferos marinos.
Su papá era veterinario, por lo que toda su vida ha convivido con animales; además, desde muy pequeño tenía una especial atracción por el mar.
“Siempre tuve curiosidad de saber qué había y quién vivía debajo de agua. Cuando tenía 6 o 7 años, vi documentales de Jacques Cousteau y, al conocer lo que hacía con sus cámaras debajo del mar, decidí que quería aprender a bucear para verlo con mis propios ojos”, recuerda.
Entre otras tareas, él ahora se encarga de una de las tareas más importantes de SeaWorld Orlando: rescatar, curar y liberar a animales marinos de la zona, como el manatí.
Su llegada a SeaWorld
Su pasión lo llevó a estudiar la carrera de Biología, pero a sólo unas pocas materias de terminarla, la abandonó y prefirió cursar la licenciatura en Lingüística.
Cuando terminó sus estudios, buscó empleo en SeaWorld pues, a pesar de no terminar Biología, contaba con los conocimientos necesarios para desempeñar su trabajo. “Ahí podría combinar mi pasión por los animales, el mar, y la posibilidad de llevar a cabo trabajos de conservación”, menciona.
A inicios de 1990 consiguió empleo en el Departamento de Educación del parque. “Fue una manera de entrar, porque es muy competitivo conseguir un puesto”.
Seis meses más tarde, aplicó a una vacante en el Departamento de Mamíferos de SeaWorld Orlando, y la obtuvo. “Tuve suerte que la primera vez que apliqué, me aceptaron. ¡Y ahí estoy desde entonces!”, celebra.
Así, de repente, Pedro ya no estaba con los visitantes, sino alimentando a los animales y haciéndole exámenes físicos.
“Cuando regresé a casa el primer día de ese trabajo, no podía creer que me estuvieran pagando por hacer esto”, admite.
Como a un hijo
Cuando Pedro veía noticias sobre animales maltratados o cazados ilegalmente, se sentía mal y quería contribuir para salvarlos, por lo que hoy se siente afortunado de dedicarse lo que siempre quizo hacer.
“He tenido la dicha de realizar muchos rescates de manatí y delfín, además de que he criado a varios manatíes huérfanos. Es una sensación fantástica poder tener a un animalito desde que es bebé, hasta que llega a ser grande y poder ponerlo en libertad, además de después enterarme que permanece en el medio ambiente y que está teniendo sus propias crías”, revela.
Para él, los momentos más placenteros de su trabajo son cuando ponen a un animal en libertad, ya que, en la mayoría de los casos, éstos tenían heridas o ya no estaban con su madre, por lo que habrían muerto si no hubieran sido atendidos por el equipo del parque.
“También se siente un poco de tristeza cuando los dejas en libertad porque uno se encariña con los animales después de dedicarles tanto tiempo y esfuerzo para sanarlos, criarlos y verlos evolucionar desde bebitos, ¡es un hijo al que ves crecer!”, describe.
Cuando un animal queda en libertad, Pedro sabe que enfrentará peligros como embarcaciones o la contaminación ambiental, pero como a todo hijo, no lo puede cuidar toda su vida. “Como a un hijo, hay que darle alas para que vuele”.
Los momentos más difíciles para él, son aquellos en los que las autoridades le comunican que encontraron muerto a alguno de los animales que ayudó a criar, rehabilitar o poner en libertad. “Es como perder a un familiar”, reitera.
Los nuevos tiempos
Algunos de los materiales de trabajo que Pedro tiene en Sea World Orlando son cajas llenas de lechuga para alimentar a los manatíes y vehículos equipados con botes y herramientas para realizar rescates en diferentes puntos de Florida.
Sobre algunos sectores que critican a lugares como ese acuario, menciona que, cuando le ha tocado a participar en las labores de rescate de animales, como la de los manatíes, los grupos ambientalistas nunca han hecho acto de presencia.
Opina que los zoológicos y acuarios actuales han cambiado, y que hoy cumplen funciones de conservación como las que desarrollan en su departamento, donde trabajan con diferentes tipos de aves, tortugas y mamíferos marinos.
Un trabajo 24/7
Hay animales rescatados que, por su edad, deben ser alimentados cada tres horas, por lo que hay que estar listos para el biberón de las 12:00 y el de las 3:00 de la madrugada. Es un trabajo de 24 horas.
“Para hacer este tipo de trabajo, uno debe tener mucha pasión y familias muy comprensivas”, indica.
A quienes deseen dedicarse a esto, Pedro les dice que es algo totalmente recomendable. “En el campo de los zoológicos no se van a hacer millonarios, pero el dinero no es todo. No hay sensación que pueda quitarte la satisfacción de contribuir en algo al mundo y ayudar a animales que lo necesitan.
Pedro, es un profesional, y lo sabe transmitir cuando trabaja, cuando platica y hasta con su imagen. “Cuando voy al trabajo, yo también uso traje… pero traje de buzo”, bromea.